Arte Colonial y Republicano
La reserva de Arte Colonial y Republicano del MuNa está compuesta por 5.346 bienes. El Museo muestra cómo en el periodo colonial las imágenes desempeñaron funciones simbólicas que contribuyeron a implantar un modelo de creencias y comportamiento asociados al credo católico. De este conflictivo proceso se destaca la combinación entre las expresiones occidentales y la riqueza cultural prehispánica.
En el siglo XVI las monarquías europeas implantaron un sistema de dominación y control en el continente americano. Se creó un nuevo orden administrativo: Virreinatos, Capitanías Generales y Reales Audiencias. El proceso de conquista se hizo factible a través de dos formas de poder: el terrenal, que recaía en los representantes administrativos; y el espiritual, asentado sobre agentes eclesiásticos. Ambas formas subsistieron bajo la creencia de que el dios judeo cristiano dirigía al pueblo elegido, o a su «rebaño»‘, a través de figuras escogidas.
El actual territorio del Ecuador fue parte de la Real Audiencia de Quito (1563-1822), tribunal judicial de la corona española que formó parte del Virreinato del Perú, originalmente, y luego del Virreinato de Nueva Granada. La producción de imágenes y educación artística fueron determinantes en el proceso de colonización. Se fundaron varios centros de aprendizaje para guiar a las poblaciones nativas del continente americano hacia un nuevo orden espiritual. De este modo, se obtuvo mano obrera para desarrollar los intereses económicos y se difundió un modelo de creencias y comportamiento asociados al credo católico.
Durante la Real Audiencia de Quito se promovieron modelos de arte europeo, renacentista y barroco, pero hubo importantes variantes estilísticas y temáticas que acentuaron las características propias de la región americana. La producción artística inicial estuvo marcada por cierta rigidez y por la limitada disponibilidad de pigmentos y materiales. Conforme fue desarrollándose la práctica, las obras resultaron más ricas en detalles decorativos, elaboraciones compositivas y teatralidad. A través de estas obras se buscó advertir sobre el pecado, y promover el sacrificio y la sumisión. Entre las escenas más representadas constan la vida y pasión de Cristo, y la protección espiritual brindada por ciertas figuras celestiales.
Asimismo, fue usual retratar a personas de cierto prestigio social o introducirlos en medio de las obras como una forma de perpetuar su estatus moral y político.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, esta producción fue rescatada como un pilar sobre el cual se debía construir la incipiente identidad ecuatoriana. Se procuró contar con figuras de renombre, como pasaba en las tradiciones de países europeos, por lo que se posicionó a Miguel de Santiago (ca. 1620 – 1706), Manuel Chili «Caspicara» (ca. 1723 – 1796) Bernardo Legarda (ca. 1700 – 1773), entre otros, como figuras fundacionales del arte ecuatoriano. En ese mismo sentido, se empezó a utilizar el término «Escuela Quiteña» para referirse a estas creaciones. Sin embargo, varios investigadores contemporáneos sostienen que esta palabra utilizada para hablar de un fenómeno europeo es inexacta porque no da cuenta de las dinámicas locales de ese período.
El proceso colonial generó un sistema de estratificación jerárquico, donde los grupos sociales fueron clasificados según la proporción de sangre española que tenían. El grupo colocado en la parte superior de la pirámide estaba integrado por una minoría de procedencia española y sus descendientes nacidos en territorio americano, conocidos como «criollos». Los grupos en la parte inferior eran más cuantiosos, los ocupaban las poblaciones mestizas, indígenas y originarias de África. Varias obras representan a estos colectivos a través de escenas cotidianas, reproduciendo los mecanismos de diferenciación y exclusión social que existían. Aparecen junto a sus utensilios de trabajo, alimentos y paisajes propios de la región.
La variedad de objetos propuestos está realizada con diferentes materiales como el marfil, tagua y ciertos textiles que dan cuenta de la producción, intercambio y tránsito comercial durante este período. Además, muestran también cómo la religiosidad sobrevivió y se reprodujo fuera de las esferas oficiales.
Galería
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